País: Argentina.
Director: Emiliano Serra.
Un equipo de filmación mínimo se desplaza por los pasillos del Hogar Rawson. Va en busca de uno de los mitos argentinos más logrados: La Raulito, ese personaje que, treinta años atrás, había sido inmortalizado por el director Lautaro Murúa en una ficción que contaba con Marilina Ross encarnando a la más famosa hincha de Boca. En esta oportunidad, la ficción devuelve al documental lo que le había pedido prestado, y la verdadera Raulito, María Esther Duffau, se convierte en protagonista de sí misma. Canta a la par de “La 12”, manguea un vaso de coca en el entretiempo o come una pizza de garrón frente a la Bombonera. Cita sus experiencias de vida, da consejos, putea a quien se le cruce. La cámara la registra de manera directa, sin condicionarla y sin artificio alguno, dejando que fluyan los sentimientos. Quizá sea ésa la virtud de este documento: permitirle ser ella, ama y señora del barrio de La Boca, experta en sus códigos, a la vez persona y personaje. La Raulito, golpes bajos radiografía como nadie lo había hecho antes a una argentina atrapada entre los muros de un neuropsiquiátrico, donde hasta la muerte parece cobrar sentido.
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